Ser humano y actividad física
- Ana San Martín
- 6 dic 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 dic 2020
El ejercicio físico ha sido a lo largo de la evolución del ser humano como especie algo inherente, es decir algo propio ya que sin movimiento no había comida y sin comida no había vida.
El ritmo de vida siempre ha estado marcado por periodos de movimiento en ayunas, consumo de comida y descanso. En este sentido, disponemos de tejido muscular que nos permite movernos y de tejidos de reserva de energía, como el adiposo que nos permite almacenar energía en forma de grasa, que es nuestro principal almacén de energía ya que nuestra capacidad de almacenar glucosa es muy limitada.
Sin embargo, el tejido adiposo no es un tejido dedicado exclusivamente a la reserva energética, sino que también se trata de un órgano endocrino y como tal, es capaz de producir unas sustancias químicas llamadas citoquinas, las cuales a su vez van a influir entre otras cosas en el estado inflamatorio del cuerpo ya que tienen capacidad de condicionar la respuesta del sistema inmune. Las citoquinas producidas por el tejido graso son principalmente proinflamatorias, es decir median para que el sistema inmune este activo o en guardia ante posibles amenazas.
Por otro lado, tenemos el papel del tejido muscular, el cual no es solo un tejido que nos permite movernos, sino que también es un tejido capaz de producir mioquinas antiinflamatorias cuando nos movemos en ayunas. Es gracias a éstas que el estado inflamatorio del cuerpo puede ser regulado siempre y cuando exista un equilibrio entre el movimiento, la masa muscular y el tejido adiposo.
Tejido adiposo = citoquinas proinflamatorias
Músculo movimiento en ayunas = mioquinas antiinflamatorias
Sin embargo, cuando hay tejido graso en exceso y poco tejido muscular o falta de movimiento tenemos un problema debido al ambiente citoquímico proinflamatorio presente en el cuerpo, ya que las citoquinas proinflamatorias generadas por el tejido adiposo no son contrarrestadas por las mioquinas antiinflamatorias y este estado mantenido en el tiempo, puede dar lugar por distintos mecanismos y acabar generando un proceso inflamatorio de bajo grado y este a su vez nos puede causar una gran lista de síntomas y patologías como: dolor, lesiones, artritis, síndrome metabólico, diabetes tipo II, problemas digestivos, dolores menstruales, etc
Esto puede ocurrir cuando se lleva una vida sedentaria, en la que existe un gran número de comidas al día, sin apenas movimiento. Por un lado, puede aumentar la cantidad de tejido graso, y por otro, además disminuir el tejido muscular. Además, hay que tener en cuenta que cuanto menos nos movemos, mas nos cuesta hacerlo y menos energía sentimos que tenemos, es como la pescadilla que se muerde la cola.
Pero… ¿Por qué nos cuesta tanto movernos? Cuando existe sedentarismo, el propio estado inflamatorio del cuerpo hace que se movilice una gran cantidad de energía hacia el sistema inmune, lo cual nos deja sin energía para realizar actividad física. Además, hay que sumar el hecho de la falta de flexibilidad metabólica que está presente en las personas sedentarias o en las personas que consumen un alto numero de comidas al día. La flexibilidad metabólica es la capacidad que tiene el cuerpo para poder movilizar las reservas almacenadas (grasa) y poder utilizarlas como sustrato energético. En este contexto, el hecho de moverse es percibido por nuestro cerebro como algo no útil, por lo que no va a producir neurotransmisores como la dopamina para hacer que nos movamos con motivación.
Para volver a lograr movernos con motivación habrá que programar un plan en el que existan momentos a lo largo del día de ayuno con actividad física y momentos de toma de alimentos y descanso. Por otro lado, ya que la dopamina está relacionada con la sensación de aprendizaje, vigor, tolerancia al esfuerzo, mejora y resiliencia habrá que proponer un plan de ejercicios en los que se busquen estas sensaciones para mantener la adherencia y facilitar la fabricación de este neuro transmisor.
Por lo tanto, no existe el ser humano sedentario sano, necesitamos el movimiento del mismo modo que respirar, comer, beber y dormir. ¡Así que a moverse en ayunas!
¡¡Espero que os haya gustado este blog, nos vemos en el siguiente!!
¡Cuidaros mucho!
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